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  • Foto del escritorZacur Córdova Mesina

Una actitud amigable ante situaciones potencialmente explosivas

En el lapso transcurrido desde que Abraham llegó a la tierra gobernada por Abimelec, Abraham había prosperado mucho no solo por haber tenido un hijo con tanta edad, sino también por el incrementento de sus rebaños. Entonces, es lógico que Abimelec se comience a preocupar por el creciente poder de Abraham. El relato de Génesis registra la jugada diplomática de Abimelec para proteger su propia posición política realizando un tratado de paz mutua con Abraham.


Sigue un breve relato de cómo Abraham y Abimelec implementan un espíritu diplomático al intentar resolver una disputa respecto de un pozo. La trascendencia del acuerdo reside en la extrema importancia de las fuentes de agua en un área tan desiértica.

Pacto entre Abraham y Abimélec 22 En aquel tiempo Abimélec, que estaba acompañado por Ficol, jefe de su ejército, le dijo a Abraham: —Dios está contigo en todo lo que haces. 23 Júrame ahora, por Dios mismo, que no me tratarás a mí con falsedad, ni tampoco a mis hijos ni a mis descendientes. Júrame que a mí y al país que te ha recibido como extranjero nos tratarás con la misma lealtad con que yo te he tratado. 24 —¡Lo juro! —respondió Abraham. 25 Luego Abraham se quejó ante Abimélec por causa de un pozo de agua del cual los siervos de Abimélec se habían apropiado. 26 Pero Abimélec dijo: —No sé quién pudo haberlo hecho. Me acabo de enterar, pues tú no me lo habías dicho. 27 Entonces Abraham llevó ovejas y vacas, y se las dio a Abimélec, y los dos hicieron un pacto. 28 Pero Abraham apartó siete corderas del rebaño, 29 por lo que Abimélec le preguntó: —¿Qué pasa? ¿Por qué has apartado estas siete corderas? 30 —Acepta estas siete corderas —le contestó Abraham—. Ellas servirán de prueba de que yo cavé este pozo. 31 Por eso a aquel lugar le dieron el nombre de Berseba,[a] porque allí los dos hicieron un juramento. 32 Después de haber hecho el pacto en Berseba, Abimélec y Ficol, el jefe de su ejército, volvieron al país de los filisteos. 33 Abraham plantó un tamarisco en Berseba, y en ese lugar invocó el nombre del Señor, el Dios eterno. 34 Y se quedó en el país de los filisteos durante mucho tiempo. (NVI)

Esta historia fascinante no está desvinculada de realidades de nuestro siglo. En el día a día solemos enfrentar situaciones que si no son abordadas de una manera razonable y sabia pueden terminar resultando en un problema, un gran problema.


Dios estaba bendiciendo y prosperando en todo a Abraham y esto no pasó desapercibido ante Abimelec y su gente. Probablemente, sospecho que Abimelec tuvo temor del poder que Abraham estaba teniendo, de manera que, Abimelec tomó la iniciativa para jugarle una carta estratégicamente a Abraham, un tratado de paz.


Abimelec conocía muy bien a Abraham y no solo por lo que la gente bajo su mando le informaba, sino que él mismo había observado a Abraham durante mucho tiempo. Él dice algo muy particular: —Dios está contigo en todo lo que haces (vs. 22). Sin duda, este gobernante había distinguido entre todas las bendiciones la más importante que Abraham tenía: La presencia de Dios en su vida. Y tenía razón, porque aunque tuvieramos todas las ríquezas del mundo, no traería alivio ni llenura a nuestra alma. Si fueramos personas poderosas y famosas, muy probablemente siempre estaríamos en la espera de recibir palabras, elogios y todo tipo de adulaciones. Pero, si tenemos al Señor en nuestras vidas, lo tenemos todo.


Entonces, Abimelec reconoce que todo lo que tiene Abraham es de parte de Dios, así también, de manera indirecta, es un recordatorio a Abraham para recordar que no es él, sino el Señor en él que le ha permitido prosperar. Y Abimelec le pide realizar una tregua, un tratado de paz. Abraham accede y jura que se comportará debidamente con él y su descedencia así como él (Abimelec) fue con Abraham y con la tierra en la que había morado como extranjero. Luego de esto, Abraham se acercó nuevamente a Abimelec para resolver un tema legal con respecto a un pozo. ¡Mira que casualidad! No pasó mucho de que se estableciera un tratado de paz para enfrentarse a la primera disputa legal y ver cómo estos dos caballeros actuarían. ¿No te ha pasado que al salir del culto, gozoso y desafiado por lo que se predicó, llegas a casa e inmediatamente viene la prueba para probar tu carácter y fe? Pues, lo que Abraham y Abimelec hicieron es muy parecido.


Podría decir: ¡Ah! pero, ¿Para qué tanto color por un pozo? yo me quedo con él y tu ve a buscar agua por ahí. Pues, no. No era cualquier pozo. Como Canaán no tenía ríos significativos y tenía una gran dependencia de la lluvia, un pozo era una importante y estratégica propiedad. Aparentemente, Abraham tuvo la posesión de un pozo de agua del cual los siervos de Abimelec se habían apoderado. Entonces, Abraham va a Abimelec con ovejas y vacas, y dio a Abimelec; e hicieron ambos pacto. Las ovejas y vacas fueron probablemente usadas para hacer el sacrificio o cortar el pacto, como en Génesis 15:7-21.

Las siete corderas eran un regalo especial de Abraham a Abimelec para mostrar favor y ofrecer alguna compensación por su pérdida de acceso al pozo. Abraham comprendió sus derechos de propiedad, pero él no era avaro. La aceptación de las siete corderas fue el reconocimiento de Abimilec de que Abraham había cavado este pozo y le pertenecía a él. Hoy en día podríamos decir que fue una negociación de tipo Ganar-Ganar, Abraham recuperó su pozo y Abimelec obtuvo ovejas, de las mejores que Abraham tenía. Y pues, cabe decir que, aunque la Biblia no lo dice textualmente, pero el hecho de que Abraham haya recuperado el control y acceso a su pozo no quiere decir que Abraham no les permitiera a los viajeros tomar un poco de agua y seguir camino a la ciudad de Abimelec.


¿Y cómo terminó todo esto? Pues, como ya leímos en un principio Después de haber hecho el pacto en Berseba, Abimélec y Ficol, el jefe de su ejército, volvieron al país de los filisteos. Abraham plantó un tamarisco en Berseba, y en ese lugar invocó el nombre del Señor, el Dios eterno. Y se quedó en el país de los filisteos durante mucho tiempo (vs. 32-34).


Después de este exitoso trato, Abraham hizo algo que miraba décadas y generaciones hacia adelante. Un árbol tamarisco requería un largo tiempo para crecer, pero Abraham sabía que Dios les había prometido la tierra a él y a sus descendientes para siempre. Y luego, Invocó allí el nombre de Jehová Dios eterno. Aun en este tiempo de conflicto en su familia y entre sus vecinos, Abraham mantuvo un caminar real y vivo con Dios. El conflicto no lo alejó de Dios, sino que lo impulsó a estar más cerca de Él y depender de él. Incluso en los tiempos modernos, la ciudad de Beerseba, que significa pozo de los siete o pozo del juramento, permanece como un tributo a la actitud amigable con la que estos dos hombres arreglaron una situación potencialmente explosiva. ¿Qué hubiera pasado si Abraham se hubiera dejado llevar por un corazón lleno de avaricia y poder? ¿Qué hubiera pasado si Abimelec no hubiera aceptado las ovejas de Abraham? ¿Qué hubiera pasado si Abraham no hubiera abordado esta disputa de manera seria y en dependencia de Dios? Muy probablemente un enfrentamiento armado se hubiera desatado, pero no fue así.


Hoy en día la gente es cada vez más prepotente, impaciente y egoísta. Familias se dividen cuando tratan de resolver temas de herencias, posesiones, dinero o cualquier cosa material. Aun entre creyentes se ha visto como terminan las disputas cuando no se resuelven con seriedad y en dependencia del Señor.


Mis amados lectores, debemos tener mucho cuidado cuando nos vamos a enfrentar a situaciones como estas, ya que cualquier palabra o reacción puede desencadenar un problema que sí o sí se saldrá de control. En más de alguna ocasión, si aun no nos hemos enfrentado a disputas, en un futuro nos enfrentaremos a problemas en los cuales debemos pedirle mucha sabiduría al Señor para poder finiquitar todo de manera justa, honesta y bondadosa, tal como lo hizo Abraham con Abimelec. Hay disputas en las que debemos involucrarnos pero hay otras que no, el mismo Señor Jesús prefirió abstenerse de involucrarse en un problema familiar entre dos hermanos que reclamaban una herencia ¿Sabes por qué? No era que a Jesús no le preocupaba la justicia en este mundo, por el contrario, pero el Señor Jesús sabía perfectamente que la codicia de ese hombre le haría más daño que no tener su parte de la herencia.


Abraham quería recuperar lo que por derecho era suyo, nada más. Y teniendo todas las de ganar a su favor, él se refirió a Abimelec de manera seria pero amablemente, más aún, él decidió ceder (cuando no tenía por que hacerlo) parte de su ganado para mostrarle a Abimelec la sinceridad y benignidad de su intención. Así debemos actuar nosotros cada vez que enfrentemos un problema o disputa, aun sabiendo que tenemos todo a nuestro favor para "ganar".


Que Dios bendiga su santa y eterna Palabra. Amén.



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