top of page
  • Foto del escritorZacur Córdova Mesina

Esdras 2:2b-35 - Parte #1 | La fe y lo aparentemente imposible

Que bueno tenerte aquí, te quiero contar algo, estaremos viendo en las tres siguientes reflexiones bíblicas una gran enseñanza en el libro de Esdras. El contexto se encontrará en el capítulo 2:2b-35, leamos:

Los que volvieron con Zorobabel (Neh. 7.5-73) 1 Estos son los hijos de la provincia que subieron del cautiverio, de aquellos que Nabucodonosor rey de Babilonia había llevado cautivos a Babilonia, y que volvieron a Jerusalén y a Judá, cada uno a su ciudad; 2 los cuales vinieron con Zorobabel, Jesúa, Nehemías, Seraías, Reelaías, Mardoqueo, Bilsán, Mispar, Bigvai, Rehum y Baana. El número de los varones del pueblo de Israel: 3 Los hijos de Paros, dos mil ciento setenta y dos. 4 Los hijos de Sefatías, trescientos setenta y dos. 5 Los hijos de Ara, setecientos setenta y cinco. 6 Los hijos de Pahat-moab, de los hijos de Jesúa y de Joab, dos mil ochocientos doce. 7 Los hijos de Elam, mil doscientos cincuenta y cuatro. 8 Los hijos de Zatu, novecientos cuarenta y cinco. 9 Los hijos de Zacai, setecientos sesenta. 10 Los hijos de Bani, seiscientos cuarenta y dos. 11 Los hijos de Bebai, seiscientos veintitrés. 12 Los hijos de Azgad, mil doscientos veintidós. 13 Los hijos de Adonicam, seiscientos sesenta y seis. 14 Los hijos de Bigvai, dos mil cincuenta y seis. 15 Los hijos de Adín, cuatrocientos cincuenta y cuatro. 16 Los hijos de Ater, de Ezequías, noventa y ocho. 17 Los hijos de Bezai, trescientos veintitrés. 18 Los hijos de Jora, ciento doce. 19 Los hijos de Hasum, doscientos veintitrés. 20 Los hijos de Gibar, noventa y cinco. 21 Los hijos de Belén, ciento veintitrés. 22 Los varones de Netofa, cincuenta y seis. 23 Los varones de Anatot, ciento veintiocho. 24 Los hijos de Azmavet, cuarenta y dos. 25 Los hijos de Quiriat-jearim, Cafira y Beerot, setecientos cuarenta y tres. 26 Los hijos de Ramá y Geba, seiscientos veintiuno. 27 Los varones de Micmas, ciento veintidós. 28 Los varones de Bet-el y Hai, doscientos veintitrés. 29 Los hijos de Nebo, cincuenta y dos. 30 Los hijos de Magbis, ciento cincuenta y seis. 31 Los hijos del otro Elam, mil doscientos cincuenta y cuatro. 32 Los hijos de Harim, trescientos veinte. 33 Los hijos de Lod, Hadid y Ono, setecientos veinticinco. 34 Los hijos de Jericó, trescientos cuarenta y cinco. 35 Los hijos de Senaa, tres mil seiscientos treinta.

¡Uf! ¡Que cansador y entretenido leer estos registros! ¿Verdad? ja, ja, ja. Sé que no lo es, yo también me cansé a leerla varias veces y no, no es entretenido a simple vista, pero detrás de cada registro, hay una gran verdad bíblica teniendo a Dios como protagonista. De todos estos registros, quiero llevarte (durante las próximas tres reflexiones bíblicas de la serie: Esdras) al versículo 23, que dice así:


Esdras 2:23 | Reina-Valera 1960 Los varones de Anatot, ciento veintiocho.

Como bien sospechas, este es un censo, el cual se registró a todas las personas según su grupo familiar o residencia, personas con las que contaba Zorobabel para iniciar la reconstrucción del templo en Jerusalén. Y para entender cómo se relaciona el versículo 23 con la enseñanza de hoy, vamos a ver el contexto, coloca mucha atención:


(Debemos leer el libro de Jeremías 32:1-9)


El rey Nabucodonosor, junto a su ejército y sus colosales máquinas de asedio, estaban a solo minutos de iniciar el bombardeo a la ciudad, a las murallas fortificadas de Jerusalén. Mientras que Jeremías estaba en la cárcel del palacio del rey de Judá, Sedequías. La razón —al rey y a la gente no le gustó el mensaje de juicio contra la nación y el éxito de conquista de los Babilonios (por más que presentaran defensa o resistencia).


Mientras Jeremías estaba en la cárcel, Dios le dijo que su primo Hanameel lo iba a visitar en la prisión y le va a pedir que le compre un campo, en su pueblo natal, Anatot (Jr. 1:1). También, Dios le dijo que su primo Hanameel se la ofrecería en las bases del derecho de la herencia —que decía que la tierra debe de permanecer en la familia, y que por lo tanto debía de ser ofrecida a Jeremías antes que a cualquier otro (como sucede en Rut 4:6).


Y en la hora más oscura de la historia de Judá, Jeremías compró un campo. En realidad, ese era el momento de vender bienes inmuebles. Imagino que todos los que poseían propiedades o bienes inmuebles en Jerusalén y las zonas vecinas, estaban tratando de deshacerse de todas ellas. Ahora, yo te pregunto ¿Por qué Jeremías compró un campo en aquel momento? Bueno, yo creo que fue para mostrar al pueblo que él creyó a Dios cuando Él dijo que ellos iban a regresar a la tierra luego de estar en exilio.


Lo curioso es que Jeremías no le dijo a la gente en la prisión: Bueno, voy a comprar esta propiedad por si a caso no más, a ver si las cosas resulta bien, veamos que pasa. Al contrario, él sabía que el llamado que Dios le hizo es seguido con una puerta abierta, no tenía por qué dudar.


Y la duda, siempre ha sido un ataque a nuestra fe, desde los tiempos de Adán. Satanás siempre ha atacado la fe de los creyentes, lo hizo en el huerto del Edén, lo hizo con el pueblo de Israel en Egipto y luego camino a la Tierra Prometida, lo hizo con Jesús en el desierto, y lo hace hoy con la iglesia de Cristo.


Dios desea que sus hijos no solo le conozcan teológicamente, sino también en la experiencia íntima de la vida cristiana. El Dios de la Biblia no es un postulado teológico, es Dios.


Es mi oración que el Señor nos ayude y su Espíritu Santo nos asista para dar pasos de fe profundo de nuestro corazón. El llamado es simple: Cree en el Dios de la gloria, aun cuando el panorama no parezca ser esperanzador y el tiempo de prueba se muestre como algo sin fin. Dios hará, pero debes dar ese paso de fe como Jeremías lo hizo.


Amén, Dios bendiga su Palabra.

0 visualizaciones0 comentarios
bottom of page