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  • Foto del escritorZacur Córdova Mesina

La ciudad y la gente: La Corinto romana

Corinto era la capital de Acaya, mitad meridional de Grecia.


La ubicación de la Corinto romana había permanecido desolada desde la destrucción de la ciudad por Mummio en el año 146 a.C. La ciudad da la impresión de haber florecido durante el período de Augusto; pruebas de inscripciones demuestran que un cierto número de edificios públicos, fueron construidos durante este período. Corinto era la capital de Acaya, la mitad meridional de Grecia. Era una ciudad de casi medio millón de personas situada en el estrecho istmo que unía la parte principal de Grecia con lo que se conoce como el Peloponeso, extremo sur de la nación. Al igual que Cartago, la Corinto romana fue una colonia fundada por Julio César poco antes de su asesinato en el año 44 a.C. John R. McRay, entre muchos otros, menciona que su ubicación la hizo estratégica para las vías marítimas este-oeste del Mar Mediterráneo. Era un puerto estratégicamente situado y muy conveniente para el comercio de la ciudad.


Corinto, ciudad de la riqueza y del comercio


Corinto: Hechos Importantes
  • ​Población:

Cerca de 100.000 (colonia 80.000, territorio 20.000)

  • Religión:

Afrodita, Poseidón y la Familia Imperial adorada, junto con muchas otras deidades.

  • Sociedad:

Cosmopolita, étnicamente diversa, relativamente próspera.

  • Política:

Forma romana de gobierno, ciudad capital de la provincia de Acaya.

  • Cultura:

Competitiva, consciente de su estatus.

  • Economía:

Ciudad Portuaria; anfitriona de los juegos ístimicos, centro importante de comercio y turismo.

En el momento en que Pablo visitó Corinto, esta se convirtió en una ciudad próspera con una población que había subido acerca de 70.000, muy grande para su época. Cuando el apóstol llegó a la ciudad romana de Corinto, esta no había llegado a su apogeo como centro manufacturero, pero ya reemplazaba algunos productos extranjeros con locales de fabricación similar.


Hay pruebas que a finales del siglo primero, ya había ganado la reputación de ser la más competitiva de todas las ciudades. Sin embargo, Apuleyo afirma que era una ciudad de compradores sin principios, que se detenían a poco o nada para superar a sus competidores. Según Dio Crisóstomo, el despiadado espíritu competitivo de Corinto es, tal vez, mejor representado por su posición como la primera ciudad griega en tener gladiadores romanos.


La ciudad tenía un puerto al este (Céncreas) y otro al oeste (Lequeo) que se unían en el punto más estrecho del istmo por solamente 4.82 kilómetros por tierra. Corinto era una ciudad portuaria y, como resultado, tenía una población internacional e intercultural. Gracias a su comercio marítimo, gozó de gran prosperidad. Uno de los primeros escritores en dar una descripción de la nueva colonia romana, fue el geógrafo griego Estrabón de Amasia en Pontos, que vivió en el primer siglo antes de Cristo. Él menciona, entre otras cosas, que:

“Corinto es llamada ‘rica’ por su comercio, ya que se encuentra en el Istmo y controla dos puertos, uno de los cuales está cerca de Asia y el otro de Italia... pero otros beneficios también se acumularon para el pueblo después, para la celebración de los Juegos ístmicos que trajo multitudes... El santuario de Afrodita era tan rico que poseía como esclavos del templo a más de mil cortesanos, tanto hombres como mujeres, que estaban dedicados a la diosa. Y por eso la ciudad estaba llena y próspera, porque los marineros gastaban su dinero fácilmente y por eso el proverbio dice: “No por cada hombre se viaja a Corinto”.

En 1992, J. Murphy-O’Connor sugirió que Corinto era también un centro importante para el comercio, la banca, viajes y turismo. Había bodegas, posadas, tabernas, restaurantes de comida extranjera, tiendas de souvenirs, salones de diversiones y templos para adorar a todos los dioses que el corintio quisiera. De hecho, Corinto tenía también culto imperial, tanto a nivel municipal como provincial.


De Atenas, el apóstol Pablo fue, tal vez por tierra a Corinto, donde al comienzo discutió y enseñó en la sinagoga. Corinto rápidamente se convirtió en el centro comercial romano y de cultura cosmopolita que encontró cuando comenzó su ministerio en esa ciudad por dieciocho meses.


Por ejemplo, había gimnasios y campos de atletismo, testimonio no solo del amor romano por los deportes de espectadores, sino también del amor griego por los participantes en los juegos de pista y campo. Muchos de los corintios participaban en estos juegos regionales como parte de sus deberes civiles. Los Juegos ístmicos, un paralelo anterior a los Juegos Olímpicos, se habían realizado en la Corinto griega antes de su destrucción y fueron restablecidos por la ciudadanía de la Corinto romana. Había dos teatros interiores y exteriores para dramas y otros espectáculos. El apóstol Pablo encontró cosas hechas en Corinto que eran típicamente de la sociedad grecorromana y del mundo, como se mencionó antes, particularmente, los Juegos ístmicos.


Corinto y los colonos romanos

¿Quiénes eran los colonos? Roma formó colonias para resolver el problema de la superpoblación de las ciudades y, especialmente, para difundir la civilización romana y sus costumbres en todo el mundo grecorromano en el primer siglo. Según D. E. Garland “este reasentamiento creó una nueva herencia romana para Corinto y le dio un aspecto diferente de su período griego. La nueva ciudad fue establecida con una nueva división sobre la antigua ciudad griega”. Estrabón afirma que Julio César colonizó la ciudad con gente predominantemente de la clase liberta. En otras palabras: el Imperio romano envió a la ciudad romana de Corinto muchos de sus ciudadanos pobres, libertos, esclavos e incluso algunos de sus veteranos del ejército.


En los días de Pablo, la ciudad romana de Corinto había mezclado habitantes étnicos libertos, indígenas griegos e inmigrantes de todo el mundo. A la vez, como Atenas conservaba de alguna forma su imagen helenista en los griegos romanos de Corinto, los judíos y los orientales se mezclaron (incluyendo el uso de la lengua latina) con los colonos militares romanos. Es interesante observar que los judíos eran parte de los colonos originales y que una comunidad judía fuerte estaba bien integrada como parte de la comunidad de la ciudad. Sin embargo, la afirmación de Pausanias de que la

ciudad se formó, sobre todo de gente griega, ha sido reevaluada. Bruce Winter comenta: “Mientras Pausanias proporciona información importante sobre la topografía y sitios religiosos de Corinto desde una época posterior, su relectura de Corinto desde la perspectiva de moda del renacimiento clásico griego en la Roma de sus días no proporciona evidencia de fondo de la cultura de mediados de siglo”.


Cuando el apóstol Pablo fue a Corinto, la ciudad estaba geográficamente en Grecia, pero culturalmente en Roma. Además, Anthony C. Thiselton, en su comentario, señala que la evidencia de la influencia romana, en lugar de la griega, se puede ver alrededor de la ciudad. Estrabón también menciona que la ciudad permaneció desolada y deshabitada por casi 102 años después de la destrucción por Lucio Mummio, general romano que saqueó y quemó la

ciudad. P. Coutsoumpos afirma que la ciudad romana de Corinto fue reconstruida por Julio César en el año 44 d.C., y se llegó a conocer como Laus Julia Corinthiensis.


No era una ciudad provinciana griega, sino la capital de una provincia romana, una metrópolis ocupada que floreció como centro comercial debido a su ubicación geográfica ventajosa. Sin embargo, la ciudad fue transformada de una ruina en una ciudad rica. Sus ciudadanos en la época de Pablo eran conocidos por su riqueza y orgullo. También es interesante observar que, mientras Corinto carecía de una aristocracia que desembarcó

sin dinero, pronto se desarrolló, junto con un espíritu independientemente leal. Pero no todos se enriquecerían, por eso miles de artesanos y esclavos constituían la mayoría de la población. Cuando el apóstol Pablo llegó para iniciar su labor misionera, la ciudad se colmó de comercio como la conexión vital entre Roma y su provincia oriental, atrayendo a comerciantes de todo el imperio grecorromano. Como ocurre frecuentemente en estos

centros urbanos, en el mundo grecorromano, el vicio y la religión (adoración de ídolos), florecieron lado a lado.


Ídolos e idolatría en la Corinto romana

A modo de introducción, hemos visto que los ídolos y la idolatría estaban presentes en todo el mundo grecorromano, y Pausanias, escritor viajero de finales del siglo II mencionó claramente que la ciudad estaba llena de ellos. Además, era un centro religioso con templos para los cultos más antiguos y los nuevos, floreciendo lado a lado. En esta ciudad, llena de ídolos, era muy difícil para algunos miembros de la iglesia vivir y practicar su religión. De

acuerdo con Puskas y Reasoner, “la excavación en los sitios del templo ha revelado diversas prácticas religiosas que implican comidas idólatras y ofrendas sacrificiales”. Además, se encontraron templos de Apolo, Poseidón, Deméter y Asclepios, un teatro, un gimnasio y una bema o corte de justicia.


La situación religiosa de Corinto era tan diferente como su población. La extensión y la diversidad de las prácticas religiosas allí debieron haber fascinado al apóstol Pablo. Había un templo en cada esquina, por así decirlo. Los templos habían sido construidos, los sacerdotes ordenados y los adoradores asegurados para los muchos diferentes cultos religiosos en la ciudad. También se practicaban cultos de misterio egipcios, tal como la adoración de Isis. Los miembros del asentamiento griego original parecen haber incluido devotos de Apolo. Raymond F. Collins en su comentario sobre 1 Corintios observa que siete de los treinta y ocho pilares del templo de Apolo construido por los griegos en el año 550 d.C., siguen en pie alrededor del mercado viejo. Era el centro (como Estrabón menciona) del culto de Afrodita, cuyo templo estaba en la cumbre del Acrocorinto. Antes y después

que el apóstol Pablo visitara la ciudad, las monedas eran acuñadas con imágenes del templo de Afrodita, en parte como una forma de publicidad y propaganda para el culto mismo.


Cuando los colonos llegaron en el año 44 a.C., restauraron la adoración de la mayor parte de los dioses antiguos, incluyendo el culto imperial. En el centro de la ciudad estaba el templo arcaico de Apolo que, incluso en los días del apóstol Pablo, debió haber sido uno de los monumentos más llamativos. Este era el tipo de ambiente con el que los cristianos de la ciudad romana de Corinto tenían que lidiar: una ciudad llena de templos y actividades religiosas como parte de la costumbre social. El templo de Atena Chalinitis estaba en

la vertiente norte, mientras que el ágora tenía un santuario y una fuente dedicados a Poseidón. Entre los muchos “cultos de misterio” que involucraban a la gente en rituales secretos y en el ejercicio de “dones espirituales” como la profecía, la necromancia (comunicación con los muertos), la curación espiritual y el espíritu - posesión; el más prominente en Corinto era el culto a Dionisio. Pausanias describe que se habían erigido dos

estatuas de Dionisio en el ágora, una conocida como Dionisio el Lisiano y la otra como Dionisio el Revelador. Dionisio, a veces llamado Baco en las ciudades romanas y alrededor, era el dios del éxtasis y de muchas orgías idólatras. El culto de misterio en el que Dionisio era adorado en Corinto estaba compuesto por mujeres. La Corinto romana era también un centro importante para el culto de Isis, la diosa egipcia. Los romanos restablecieron el santuario de Deméter y Perséfone con la orientación hacia el mundo oculto y los muertos. Dentro de la ciudad había varios santuarios de Apolo y en el ágora había templos dedicados a Heracles, Poseidón, Apolo y Hermes. Para sus propios cultos, los colonos construyeron un templo para Venus-Fortuna, y a su lado, un templo dedicado a “todos los dioses” en el extremo occidental del ágora. Lejos del ágora, en el extremo norte de la antigua ciudad, se alzaba el famoso templo dedicado a Asclepios, el dios de la curación y a su hija Higia. Los enfermos de cerca y de lejos solían venir a la Corinto romana para recibir tratamiento. Más famoso aún era el templo de Afrodita. Estaba situado en el pico más alto de Acrocorinto. Sus criadas le dieron a la Corinto romana su reputación de inmoralidad, a la que el apóstol Pablo alude repetidamente en 1 Corintios 6:9-20 y 2 Corintios 12:20-21. No solo aludió a estos problemas, sino que también advirtió a los corintios que no participaran en

tales prácticas.


Según Pausanias, “Su imagen representa a la diosa armada y hay imágenes de los dioses Sol y Amor, este último lleva un arco”. El templo de Afrodita que existía en los días de Pablo era dórico, construido en el siglo V d.C. También, Pausanias dice que en la cima del Acrocorinto había un templo de Afrodita que tenía su imagen. Afrodita parece haber alentado a sus seguidores a abandonar las prácticas bélicas en favor del disfrute

doméstico. Otras deidades, además de Apolo, Helios y Afrodita, fueron adoradas en

Corinto. Naturalmente Poseidón, el dios del mar, tenía por lo menos un santuario allí que era visitado por los marinos que venían de un viaje largo o que se preparaban para embarcarse en un nuevo viaje. Las preguntas son: ¿cómo entonces los creyentes gentiles trataban los requisitos para adorar a los dioses imperiales mientras el apóstol Pablo estaba en Corinto?

¿Cómo reaccionaron los cristianos ante el culto imperial? ¿Qué significaba el mundo romano para Pablo y sus Iglesias? Parece claro que el miembro de la congregación corintia enfrentaba varios problemas difíciles, particularmente, el dilema del culto al emperador. Así, Pablo y otros judíos tuvieron que buscar formas de vivir como judíos bajo un gobierno que lo hacía difícil. Esta era, exactamente, la situación de la mayoría de los cristianos que vivió bajo el dominio del Imperio romano.


El culto imperial romano era una parte importante de los diferentes cultos en la ciudad romana de Corinto. Entre los emperadores romanos, Julio César se permitió ser adorado como dios, pero su sucesor Augusto solo permitió el culto al emperador fuera de la ciudad de Roma. Augusto es conocido en algunas inscripciones como CAESAR DIVI FILIUS, Hijo de Dios, es decir, Hijo del César eterno. Los juramentos fueron tomados sobre el espíritu divino

del emperador. Su imagen era públicamente adorada. La adoración de la imagen era un deber militar regular. Si esto es cierto, entonces necesitamos saber cuándo la adoración al emperador se convirtió en un fenómeno de todo el imperio.


El culto federal o provincial era diferente al imperial de una ciudad individual a través del hombre imperial. S. R. Price asegura que su creación fue iniciada por la provincia y aceptada por el emperador y el Senado romano. Coutsoumpos observa que “el ciudadano romano

adoraba al divinizado Julio César y a Roma. En la provincia también adoraban a ‘Augusto y a Roma’, como era parte de la costumbre exigida a todos los ciudadanos del Imperio romano”. En este respecto, la influencia religiosa más significativa en Corinto en este período fue el culto imperial que adoraba al poder político como divino. El culto del emperador se difundió a través del espacio público. En la provincia de Acaya normalmente —y en Corinto en específico— también hay evidencia de su presencia y crecimiento. El culto imperial podría haber significado algo diferente para los diversos participantes y espectadores, pero fue el rasgo más reconocible para viajeros como el apóstol Pablo en las varias ciudades que se esparcían por el mundo mediterráneo. Por ejemplo: la participación urbana de los pobres en el culto imperial era normal; y si alguna reticencia parecía irrazonable, siempre se acomodaba a los dioses locales y a las tradiciones regionales. Para los esclavos liberados y los artesanos urbanos estaban Augusto, Tiberio, Calígula o Claudio. Es interesante que, con frecuencia, los arqueólogos encuentran inscripciones para el culto imperial; también, estatuas de la familia imperial, rostros de emperadores acuñados en monedas la mayor parte del tiempo. Se sabe también que el culto a los emperadores creció rápidamente en todo el Imperio romano, desde la época de Augusto a lo largo de los principados de Claudio y Nerón. El culto de Augusto y de otro miembro de su familia se extendió rápido, casi al instante, en oriente y alrededor de Asia Menor.


Dio Casio explica que, desde el principio existían dos cultos principales imperiales en las provincias: “Roma y el Julio Deificado”, que era para los ciudadanos romanos que vivían allí, y “Roma y Augusto” para los provincianos no romanos. Además, el culto imperial (culto a algunos de los emperadores) formaba parte de la práctica común de la sociedad pagana en

la época grecorromana en el primer siglo. Por ejemplo: en la provincia de Asia, el culto imperial y el templo de Afrodisias se establecieron a partir de la deificación formal de Augusto en el año 14 d.C., habiendo sido precedido por el culto de Tea Roma de la segunda mitad del siglo I a.C. El Templo de Octavia, que era el sitio del culto imperial en la Corinto romana, estaba dedicado a la hermana de Augusto y ella era la segunda mujer a la que se le habían otorgado honores divinos. Generalmente, en Corinto, podemos encontrar algo de la existencia y crecimiento del culto imperial. Por otro lado, Seyoon Kim afirma que en ese contexto, Pablo no se refiere al culto imperial en absoluto. Se ha localizado una estatua, quizás, del deificado Julio César. Además, la evidencia literaria demuestra que se trataba de un culto imperial provincial para las ciudades miembros de la Liga Aquea fundada en la Corinto romana en el año 54 d.C., poco después de la llegada de la iglesia cristiana a la capital. Winter afirma que “el culto imperial creció más espectacularmente en todo el imperio durante el período Julio-Claudio-Flavio, de lo que el movimiento cristiano primitivo nunca hizo, y el establecimiento de un culto federal en Corinto fue una cuestión de gran importancia política, social y financiera para la colonia”. No solo el emperador fallecido, sino también el reinante, e incluso los miembros vivos de la familia imperial, fueron venerados en la era Julio-Claudina. El culto era la encarnación de la ideología y el vestuario romanos en territorio griego y tendía a elevar la importancia de la ciudad en Corinto. Parece que Gayo siguió la política de Claudio y simplemente desterró a los alborotadores de la ciudad. Saber cuándo sirvió Gayo nos ayudaría a encontrar una fecha para la expulsión del apóstol Pablo de la ciudad.


El otro evento, cuya aparición parece haber sido poco después de que Pablo salió, fue el cambio de sitio de los Juegos de Corinto a la cercana Istmia. Los juegos también se establecieron en honor al héroe Palemón (Melicertes), aunque no hay evidencia de su adoración en Istmia anterior a la actividad romana en el sitio entre los años 50-60. Sin embargo, hay pruebas de la conexión de los juegos, el culto a Poseidón y el imperial

romano.


Siete millas al este de la ciudad de Corinto, aproximadamente, estaba Istmia. Los juegos del festival panhelénico eran parte de Istmia y celebrados allí. Los juegos y su localización en Istmia eran sagrados para su patrón y jefe, Poseidón, que era el dios del mar y de los terremotos. Oscar Broneer afirma que el primer templo a Poseidón fue construido a principios del siglo VII d.C. Sin embargo, su “templo restaurado funcionó hasta el saqueo de

Corinto en el año 146 d.C., cuando los Juegos ístmicos fueron quitados a los corintios por los romanos y puestos bajo el control sikyoniano”. Similar a Corinto, Istmia fue saqueada por los romanos. De acuerdo con Pausanias “los Juegos ístmicos no fueron interrumpidos, aun cuando Corinto fue dejada como deshecho por Mummio, pero mientras estuvo desierta la

celebración de los juegos fue confiada a los Sicionias, y cuando fue reconstruida, el honor fue restaurado a los habitantes presentes”, aunque el primer templo fue destruido por fuego más o menos en el año 475 a.e.c.


Los juegos del istmo se realizaban cada dos años en abril y mayo. El saqueo de Corinto en el año 146 a.C., hizo que los juegos fueran trasladados a la vecina ciudad de Sición; sin embargo, Pausanias no dice que los juegos fueron transferidos al estadio de Sición, pero era, de hecho, la verdad. El culto de Poseidón se convirtió en parte importante de sus ritos religiosos en Corinto romana. Además del culto de Poseidón, había otro elemento entre el adorador pagano; la adoración del emperador romano afectó a todos los ciudadanos del Imperio. Como parte de los deberes civiles, todos los ciudadanos romanos debían adorar la imagen de los emperadores y participar en sus fiestas y banquetes en su honor. En otras palabras: todos los ciudadanos romanos estaban obligados a rendir homenaje a la imagen del emperador y participar en su culto.


El culto imperial y los Juegos ístmicos no estaban desvinculados, ya que los últimos funcionaban bajo la égida del culto cada cuatro años con los Juegos ‘menores’ ístmicos que se celebraban bienalmente. Además, el imperial federal en Corinto era un acontecimiento anual que celebraba el cumpleaños del emperador reinante. Por lo tanto, el cuadro que emerge es uno de una ciudad predominantemente religiosa, pues se encontraron muchos dioses en todas partes, con una variedad de ellos y de templos. Además, los juegos ístmicos ayudaban a la ciudad de Corinto a ser reconocida entre las ciudades más leales al emperador y su culto. Este era uno de los honores deseados por las ciudades grecorromanas del mundo mediterráneo.


Tomado del libro: Pablo, Corinto y el Imperio Romano. Capítulo 3: La ciudad y la gente: La Corinto romana. Autor: Panayotis Coutsoumpos Editorial: Clie.

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