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  • Foto del escritorZacur Córdova Mesina

Esdras 4:4-5 | Oh, oh, problemas

"Pero el pueblo de la tierra intimidó al pueblo de Judá, y lo atemorizó para que no edificara. Sobornaron además contra ellos a los consejeros para frustrar sus propósitos, todo el tiempo de Ciro rey de Persia y hasta el reinado de Darío rey de Persia." Esdras 4:1-2 (RVR 1960)

Entonces era cierto, esta actitud reveló que nunca habían dejado de ser enemigos y que su actitud amistosa de colaboración era fingida. Apenas fueron rechazados, comenzaron a oponerse activamente contra el pueblo de Dios.


Es sorprendente que la respuesta del los líderes del pueblo de Dios reveló las malvadas intenciones de los samaritanos. Ellos eran astutos, sabían que si no podían atacar la Obra de Dios mediante una alianza de "colaboración", tendrían que atacar la Obra desalentando a sus obreros, deteniendo la edificación del templo y causando problemas en la corte del rey Ciro.


Los samaritanos querían desalentar al grupo de retornantes, y la palabra original usada en el texto literalmente significa "debilitar las manos".


Los retornantes de Judá habían dado su primer paso en la edificación del templo con la colocación de los cimientos, e inmediatamente después, los enemigos de Judá se asomaron para levantar fuerte posición contra el Pueblo de Dios. Esta primera resistencia se desarrolla en el reinado del rey Ciro, la siguientes serán en el periodo de suero y finalmente en el reinado del rey Atajerjes.


Estaban decididos, pero los samaritanos se estaban enfrentando directamente contra el Dios de Israel. Ya en el pasado Dios mostró su Omnipotencia contra Egipto y los pueblos paganos. De manera que, el grupo de retornantes debía recordar que Dios estaba con ellos. Ellos tuvieron temor, pero el error no fue el miedo en sí, sino lo que hay en lo profundo del corazón, su incredulidad en la promesa del Dios de Gracia y Restauración.


Ellos fueron cobardes, y nosotros como iglesia de Cristo no estamos libres de caer en temor ante los problemas y abandonar la Obra de Dios. Y cuando el temor y la cobardía me invaden, Dios viene a mi encuentro y me dice en la Palabra: Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio (2 Ti 1:7 ).


El primer paso para enfrentar estos temores es entender que éstos no vienen de parte de Dios. Permíteme hablar claro: ¡No es Dios quien te hace sentir de esta manera! ¡Su palabra no te da temor!


El segundo paso para tratar con estos temores es entender lo que Dios nos ha dado: un espíritu de poder, y cuando estamos trabajando en Su Obra, tenemos todo su poder respaldándonos.

Estamos a salvo en sus manos y nadie nos arrebatará de ellas (Jn 10:28).


¡Ánimo! a trabajar en Su Obra, el Señor de la mies viene en breve (Ap 22:20).

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