Zacur Córdova Mesina
Esdras 3:1-6 | La Autoridad de la Biblia ante las Opiniones
Abro la Biblia en el libro de Esdras capítulo 3, leo los versículos del 1 al 2, que dice así:}
1 Cuando llegó el mes séptimo, y estando los hijos de Israel ya establecidos en las ciudades, se juntó el pueblo como un solo hombre en Jerusalén. 2 Entonces se levantaron Jesúa hijo de Josadac y sus hermanos los sacerdotes, y Zorobabel hijo de Salatiel y sus hermanos, y edificaron el altar del Dios de Israel, para ofrecer sobre él holocaustos, como está escrito en la ley de Moisés varón de Dios. (RVR 1960)
Eran tiempos de escasos recursos, y un gran desafío arquitectónico por delante.
Dice el texto bíblico que lo primero que hicieron fue erigir el altar sobre sus bases originales, e hicieron subir sobre él holocaustos a Dios, por la mañana y por la tarde. Yo me pregunto, ¿Por qué el altar primero y no el templo? Pues, creo que la respuesta es que los sacerdotes entendieron la urgencia y necesidad elevar holocaustos a Dios por expiación de sus pecados y acciones de dedicación a Dios. Y esto significaba a su vez el perdón por el pasado y una consagración renovada para el futuro.
Cabe decir, que no puede haber un templo sin un altar, pero puede haber un altar sin un templo. Dios se reúne con el hombre en el lugar del sacrificio, a pesar de que no haya ninguna casa para Su Nombre, aún.
Al edificar este altar estaban anunciando formalmente su presencia, y proclamaban su intención de reconstruir el templo. Luego de esto, celebraron la fiesta solemne de los tabernáculos (una de las tres fiestas mayores de Israel) que celebraba la fidelidad de Dios hacia Israel durante su viaje por el desierto de Egipto hacia la Tierra Prometida. Y La luna nueva marcaba el primer día del mes y era un día santo (Números 28:11-15).
El detalle de mayor interés en este relato es que ellos examinaron las Sagradas Escrituras y encontraron lo que estaba escrito en la ley de Moisés. Y cuando encontraron lo que se había escrito, no hubo allí ninguna controversia, ni diferencias de opinión.
No sólo regresaron a su tierra, sino que también volvieron a reconocer la Ley de Moisés. La Biblia era su autoridad y por lo tanto, ni las ideas ni las opiniones de los individuos interfirieron en su decisión. Las cosas no se hicieron por oportunidad, o por conveniencia. Lo que las personas dicen o piensan, no es lo importante, sino lo que la Biblia dice.
Las Escrituras son inerrantes y todo suficientes para todo creyente que ha nacido de nuevo y es un hijo(a) de Dios. Por lo tanto, debemos entender y recordar, amados hermanos, que las Escrituras nos revelan al Dios de la gloria, al Dios trino, al Dios soberano, al Dios de las promesas, su carácter, su personalidad, así como también cuál es su voluntad. Si los retornantes examinaron las Escrituras para saber qué hacer luego de haber llegado a Jerusalén, cuanto más nosotros deberíamos conocer las Escrituras para conocer su voluntad, cómo servirle y conducirnos por el diario vivir.
Mis queridisímos lectores, es mi oración que las decisiones que tomes en tu vida y en el servicio en la la Obra de Dios sean impulsadas y basadas en la Biblia, porque por medio de este libro es que se revela la voluntad de Dios para Su Pueblo. No solamente nos confronta, nos exhora, sino que también nos alienta y nos desafía a ser parte del plan divino de Dios. Que el Señor bendiga su Santa y Eterna Palabra.
Amén.