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  • Foto del escritorZacur Córdova Mesina

Esdras 2:2b-35 - Parte #3 | El Dios de las Promesas

Que bueno tenerte aquí. Hoy avanzaremos en el recorrido que iniciamos hace un tiempo en el libro de Esdras. El contexto lo puedes encontrar en Esdras 2:2b-35, pero hoy, necesito llevarte nuevamente sin perder de vista Esdras 2, al libro de Jeremías 32. Luego, puedes leer el capítulo completo para conocer más de la historia. Por ahora, quiero llevarte a leer conmigo el vesículo 13 al 44, que dice:

JEREMÍAS 32:13-44 13 Y di orden a Baruc delante de ellos, diciendo: 14 Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Toma estas cartas, esta carta de venta sellada, y esta carta abierta, y ponlas en una vasija de barro, para que se conserven muchos días. 15 Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Aún se comprarán casas, heredades y viñas en esta tierra. 16 Y después que di la carta de venta a Baruc hijo de Nerías, oré a Jehová, diciendo: 17 ¡Oh Señor Jehová! he aquí que tú hiciste el cielo y la tierra con tu gran poder, y con tu brazo extendido, ni hay nada que sea difícil para ti; 18 que haces misericordia a millares, y castigas la maldad de los padres en sus hijos después de ellos; Dios grande, poderoso, Jehová de los ejércitos es su nombre; 19 grande en consejo, y magnífico en hechos; porque tus ojos están abiertos sobre todos los caminos de los hijos de los hombres, para dar a cada uno según sus caminos, y según el fruto de sus obras. 20 Tú hiciste señales y portentos en tierra de Egipto hasta este día, y en Israel, y entre los hombres; y te has hecho nombre, como se ve en el día de hoy. 21 Y sacaste a tu pueblo Israel de la tierra de Egipto con señales y portentos, con mano fuerte y brazo extendido, y con terror grande; 22 y les diste esta tierra, de la cual juraste a sus padres que se la darías, la tierra que fluye leche y miel; 23 y entraron, y la disfrutaron; pero no oyeron tu voz, ni anduvieron en tu ley; nada hicieron de lo que les mandaste hacer; por tanto, has hecho venir sobre ellos todo este mal. 24 He aquí que con arietes han acometido la ciudad para tomarla, y la ciudad va a ser entregada en mano de los caldeos que pelean contra ella, a causa de la espada, del hambre y de la pestilencia; ha venido, pues, a suceder lo que tú dijiste, y he aquí lo estás viendo. 25 ¡Oh Señor Jehová! ¿y tú me has dicho: Cómprate la heredad por dinero, y pon testigos; aunque la ciudad sea entregada en manos de los caldeos? 26 Y vino palabra de Jehová a Jeremías, diciendo: 27 He aquí que yo soy Jehová, Dios de toda carne; ¿habrá algo que sea difícil para mí? 28 Por tanto, así ha dicho Jehová: He aquí voy a entregar esta ciudad en mano de los caldeos, y en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, y la tomará. 29 Y vendrán los caldeos que atacan esta ciudad, y la pondrán a fuego y la quemarán, asimismo las casas sobre cuyas azoteas ofrecieron incienso a Baal y derramaron libaciones a dioses ajenos, para provocarme a ira. 30 Porque los hijos de Israel y los hijos de Judá no han hecho sino lo malo delante de mis ojos desde su juventud; porque los hijos de Israel no han hecho más que provocarme a ira con la obra de sus manos, dice Jehová. 31 De tal manera que para enojo mío y para ira mía me ha sido esta ciudad desde el día que la edificaron hasta hoy, para que la haga quitar de mi presencia, 32 por toda la maldad de los hijos de Israel y de los hijos de Judá, que han hecho para enojarme, ellos, sus reyes, sus príncipes, sus sacerdotes y sus profetas, y los varones de Judá y los moradores de Jerusalén. 33 Y me volvieron la cerviz, y no el rostro; y cuando los enseñaba desde temprano y sin cesar, no escucharon para recibir corrección. 34 Antes pusieron sus abominaciones en la casa en la cual es invocado mi nombre, contaminándola. 35 Y edificaron lugares altos a Baal, los cuales están en el valle del hijo de Hinom, para hacer pasar por el fuego sus hijos y sus hijas a Moloc; lo cual no les mandé, ni me vino al pensamiento que hiciesen esta abominación, para hacer pecar a Judá. 36 Y con todo, ahora así dice Jehová Dios de Israel a esta ciudad, de la cual decís vosotros: Entregada será en mano del rey de Babilonia a espada, a hambre y a pestilencia: 37 He aquí que yo los reuniré de todas las tierras a las cuales los eché con mi furor, y con mi enojo e indignación grande; y los haré volver a este lugar, y los haré habitar seguramente; 38 y me serán por pueblo, y yo seré a ellos por Dios. 39 Y les daré un corazón, y un camino, para que me teman perpetuamente, para que tengan bien ellos, y sus hijos después de ellos. 40 Y haré con ellos pacto eterno, que no me volveré atrás de hacerles bien, y pondré mi temor en el corazón de ellos, para que no se aparten de mí. 41 Y me alegraré con ellos haciéndoles bien, y los plantaré en esta tierra en verdad, de todo mi corazón y de toda mi alma. 42 Porque así ha dicho Jehová: Como traje sobre este pueblo todo este gran mal, así traeré sobre ellos todo el bien que acerca de ellos hablo. 43 Y poseerán heredad en esta tierra de la cual vosotros decís: Está desierta, sin hombres y sin animales, es entregada en manos de los caldeos. 44 Heredades comprarán por dinero, y harán escritura y la sellarán y pondrán testigos, en tierra de Benjamín y en los contornos de Jerusalén, y en las ciudades de Judá; y en las ciudades de las montañas, y en las ciudades de la Sefela, y en las ciudades del Neguev; porque yo haré regresar sus cautivos, dice Jehová. (Reina-Valera 1960)

¿Por qué Jeremías compró un campo en aquel momento? porque debía mostrar que él creía en lo que predicó en varias ocasiones en las calles y pueblos de la nación. Pero, Jeremías, se estaba preguntando muchas cosas con respecto a la demanda de Dios, y en los siguientes versículos presenta sus dudas a Dios diciendo:


"Después que di la escritura de venta a Baruc hijo de Nerías, oré al Señor, diciendo: ¡Ah, Señor Dios!, tú hiciste el cielo y la tierra con tu gran poder y con tu brazo extendido. Nada hay que sea difícil para ti." (versículos. 16-18). Jeremías estaba experimentando los efectos de todo el ambiente que se estaba viviendo, y tenía una pregunta muy difícil que no podía contestar, pero Dios podía.


Y Jeremías cuenta cómo el Señor cuidó y dio provisión al pueblo de Israel a lo largo de la historia, pero en este momento, la situación era muy grave y el profeta Jeremías tenía muchas dudas. Jeremías no iba con facetas ante Dios. El sabía que el Dios Todopoderoso fue quien creó los cielos y la tierra, y fue quien ha preservado al pueblo de Israel.


Ya, en ese momento, el ejército de Nabucodonosor estaba en las afueras de las murallas, posicionando sus torres de asedio y arietes para entrar, y así conquistar toda la ciudad. Sin embargo, Dios le ordenó que comprara el campo a su primo Hanameel. De manera que, Jeremías obedeció, aunque tuviera dudas y preguntas, pero obedeció. Y ahora leemos que le planteó estas preguntas al Señor. Y sabes, no hay nada malo en preguntarle al Señor. Si tienes alguna duda o pregunta, ve al Señor en oración y háblale de ella. El desea que lo hagamos. El obedeció al Señor, pero admitió sus dudas presentándolas ante el Señor en oración. Y Dios respondió su oración: "Vino palabra del Señor a Jeremías, diciendo: Yo soy el Señor, Dios de todo ser viviente, ¿acaso hay algo que sea difícil para mí?" (versículo 27).


Dios estaba entregando la ciudad a los caldeos, y cuando Dios lo considerara oportuno, liberaría a la ciudad de los invasores. Y el mensaje continuó en los versículos siguientes versículos: "Como traje sobre este pueblo todo este mal tan grande, así traeré sobre ellos todo el bien que acerca de ellos hablo." (versículo 42). Y así, el Señor estaba entregando al pueblo de Judá al juicio. En un día futuro, El los liberaría con gracia y compasión. Esa fue Su promesa.


Dios cumplió su promesa con Jeremías y el pueblo de Israel. ¿Cómo lo sé? Porque hoy podemos leer: Los varones de Anatot, ciento veintiocho (Esd. 2:23). Ellos regresaron a su tierra porque tenían derecho legal de propiedad por la compra que Jeremías había hecho en aquel tiempo antes de que Israel cayera bajo asedio y fuese llevado a cautiverio.


No lo olvides, el Dios de la Biblia cumple sus promesas. Si tienes dudas sobre lo que está sucediendo, pregúntale al Señor en oración, con humildad y sinceridad, nunca a modo de reclamo o con soberbia. El Señor te escuchará.


Mis amados hermanos, mis queridísimos lectores, es mi deseo y oración que, el Dios de la Omnipotencia y Fidelidad nos ayude a descansar en él, en lo que él ha prometido en Su Palabra y esperar pacientemente en Él.


Amén.


Próximamente, Esdras 2:2b-35 - Parte #4 y Final | El Dios que restaura y alienta

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