Zacur Córdova Mesina
Esdras 1:5-6 | El Dios que anima a los que acuden a su llamado.
Leo en el libro de Esdras 1:5-6, lo siguiente:
Esdras 1:5-6 | Reina-Valera 1960 El regreso a Jerusalén 5 Entonces se levantaron los jefes de las casas paternas de Judá y de Benjamín, y los sacerdotes y levitas, todos aquellos cuyo espíritu despertó Dios para subir a edificar la casa de Jehová, la cual está en Jerusalén. 6 Y todos los que estaban en sus alrededores les ayudaron con plata y oro, con bienes y ganado, y con cosas preciosas, además de todo lo que se ofreció voluntariamente.
A pesar de la difícil decisión, más de 42.000 exiliados israelitas deciden regresar bajo el liderazgo de Sesbasar, quien es nombrado gobernador. Los parientes y los vecinos aportan lo que pueden para sustentar el nuevo asentamiento y el programa de reconstrucción. Incluso Ciro ofrece ayuda, pero eso lo veremos más adelante.
Aunque los exiliados que regresaron eran muy pocos en relación al total de ellos, Dios animó a cada uno y dejó en responsabilidad de ellos decidir si volver o no a Jerusalén.
Este pequeño grupo de retornantes tendrían la difícil y desalentadora tarea de regresar a una ciudad en ruinas y estando allí, reconstruir el templo del Señor, Dios de Israel, quien vive en Jerusalén.
Era esencial que Dios moviese y animase el espíritu de aquellos exiliados que habían vuelto, ya que su ánimo estaba debilitado a causa de las muchas dificultades que tuvieron que enfeentar:
La aventura, fue larga, peligrosa y costosa.
Regresaron a una ciudad en ruinas sin hogares propios, caminos o instituciones gubernamentales.
No tenían los recursos materiales necesarios.
No todos regresaron a Jerusalén, sino que se esparcieron por toda la provincia de Judea.
Tenían muchos enemigos.
Su tierra era posesión de otro imperio.
Dos generaciones de exiliados vuelven a su tierra ancestral. El despertar anímico que causa en los exiliados es inmeso; ese ánimo no fue solo de palabras sino que ellos demostraron un ánimo palpable, con apoyo financiero y realmente útil para este proyecto arquitectónico que pretendían llevar a cabo en la desolada Jerusalén.
Muy probablemente, habían personas que querían ir con el grupo de retornantes, pero no pudieron hacerlo en la fecha que Zorobabel había determinado emprender viaje con destino a Jerusalén. Sospecho que mucha gente que estaba en esa posición, estaba muy contenta y feliz por saber que otros podrán regresar y trabajar en la edificación de la Casa del Señor. No guardaron rencor ni envidia por los que sí podían ir inmediatamente, por el contrario, se alegraron y los ayudaron.
Finalmente, todo estaba preparado, y la gran migración se llevó a cabo en el año 538 A.C. Un viaje que les tomaría meses, mucho esfuerzo, porque probablemente, había gente de todas las edades, ancianos, adultos, jóvenes y niños. Además de carretas, carros y animales. No iba a ser fácil, no tenían carreteras o autopistas con suelos lisos para pisar y llevar sus carros, tampoco tenían centros de servicio en medio de las planicies y campos. Sería un viaje muy sacrificado, pero Dios estaba con ellos.
Querido lector(a), Dios nos llama a servirle. Y cuando miramos cuál es el panorama que nos espera, a veces no parece ser muy alentador ¿Verdad? Quizás, no veamos herramientas, recursos, o personas que estén dispuestas a ayudar y trabajar como uno solo. Pero recuerda algo, Dios es quien nos llama, y nos llama para trabajar en la reconstrucción de lo que es suyo, Su Casa. Él proveerá los recursos, el proveerá la ayuda, el proveerá la salud y las fuerzas para llevar a cabo Su Obra.
He visto a líderes de iglesia estar tan preocupados por conseguir y aprender técnicas para hacer crecer la iglesia, porque no hay gente, no hay recursos, no hay herramientas, no hay ánimo ¡Oh, amado(a)! mira lo que el Dios de la Biblia dice en su palabra en el evangelio de Mateo 16:18,
(yo) edificaré mi iglesia.
Todas aquellas técnicas de iglecrecimiento creadas por el hombre, son inútiles. Porque el crecimiento de la iglesia no es técnica humana, es obra de Cristo. Dios llama, está esperando, y su pueblo debe responder. Te está llamando a ti, me está llamando a mí ¿Qué vas a responder? Él proveerá todo lo necesario para que se lleve a cabo Su Obra.
Que Dios bendiga su santa y eterna Palabra, amén.