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  • Foto del escritorZacur Córdova Mesina

El Dios que me acompaña cuando enfrento una cirugía.

Muchos médicos recomiendan a sus pacientes que, si es posible, no se sometan a cirugías, ya que el cuerpo siempre queda con alguna marca o secuela (como una cicatriz). Pero no siempre esto puede ser; llegan momentos en que debemos someternos a una cirugía y nuestros corazones inmediatamente sienten temor.



Estos procedimientos, queridos lectores(as), nos obligan a reconocer y recordar que no tenemos el control sobre nuestras vidas. Tenemos que rendirnos y entregarnos en manos de los médicos y confiarles el resultado a ellos... y obviamente, al Dios soberano.


Llega el día de la cirugía, queremos ignorar el miedo, la ansiedad, la expectativa, pero las manos comienzan a sudar y se nos dificulta no obviar aquellas sensaciones. Probablemente, mientras estamos en la sala de espera, pensamos en desertar y arrepentirnos, pero seguimos ahí, esperando, hasta que escuchamos nuestro nombre por voz del médico —¿Usted es...? Bien, pase por aquí.


Nos sometemos a la anestesia, sin saber con qué nos encontraremos al despertar. Es como si entraramos a un sueño profundo, perdiendo la consciencia. Algunos describen aquella sensación como una pequeña muerte, como un viaje a un lugar oscuro y desconocido.


Sin duda, es algo que nadie anhela vivir, pero la realidad es que no siempre se pueden evitar. Ahora, voy a la Biblia y puedo leer que mi vida descansa y es sostenida por manos de un Dios fuerte. Abro el libro del profeta Isaías 41:10, dice así:


Isaías 41:10 | Reina-Valera 1960 No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.

No temas, porque yo estoy contigo: Esto es un mandamiento como también una promesa. Al pueblo de Israel se le dice, no temas. El temer, la preocupación y la ansiedad en muchas ocasiones son pecado. Cuando el Dios que gobierna sobre todas las naciones, tal y como se le describe en Isaías 41:2-4, el Dios que nos escogió y que nos ama, tal como es descrito en Isaías 41:8-9, cuando ese Dios, el Dios de la Biblia te dice no temas ¡Debemos de tomarlo muy seriamente! Pero también hay una promesa. Nosotros no tememos, porque el Señor nos ha dicho, yo estoy contigo. ¿Qué más necesitamos? ¿Si Dios es con nosotros, quién contra nosotros? (Romanos 8:31)


No desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo: El Dios de la omnipotencia, el Dios de la gloria, ese soy Yo. Yo soy tu Dios. Sabes,cuando la gente se olvida de la grandeza de Dios, fácilmente comienza a desmayar. Pero Dios dice, no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo. Siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia: La fuerza y la gloria del Dios de la Biblia lo hacen capaz (y el único) de ayudarnos. Y en su infinito es su amor él dice: Siempre te ayudaré.


Te sustentaré con la diestra de mi justicia. Tú y yo no tenemos que sustentar a Dios, por el contrario, él nos sustenta a nosotros ¡Que gran noticia! ¡Que maravillosa verdad! ¡Podemos descansar entonces! Y sabiendo esto, ¿Te das cuenta de la incredulidad y el miedo que surge de nuestro corazón al olvidar aquellas verdades? Un corazón incrédulo y que ha olvidado quién es Dios, habla de la siguiente manera: Tú no estás conmigo. Tú no eres el Dios de la gloria, no eres el Dios de omnipotencia. Tú realmente no me amas.


Ahora bien, te pregunto ¿No es el pensamiento que tuvieron los discípulos en la barca ante la tempestad? El Señor Jesús había dicho: Pasemos al otro lado del lago (Lc. 8:22). ¿Qué iba a suceder entonces? Pues, que pasarían al otro lado del lago, todos, vivos, absolutamente a salvo. Pero ¿qué sucedió? vino una tormenta y el mar de agitó. En una noche oscura y sin nadie más cerca, los discípulos se asustaron, tenían sus ojos fijos en las olas y el viento. Tuvieron miedo y olvidaron las palabras del maestro: Pasemos al otro lado del lago.


Oh mis amados(as) lectores, que tristeza me da saber que el miedo y la incredulidad se asoman en nuestra vida con el solo hecho de olvidar quién es Dios. Y sabes, el Señor Jesús no les reprendió por haberle despertado, sino que les reprendió por su incredulidad. Si el dijo que pasarían al otro lado del lago, así sería.


Entonces, esto es exactamente igual como en aquel registro histórico —Jesús y la Tempestad— si debes someterte a una cirugía, ha de saber que las manos de Dios son seguras. El te sostendrá con firmeza. Él nunca te dejará caer, ni en esta vida ni en la venidera. Y cuando estés en la sala de espera, y llegue el momento para entrar y prepararte para la cirugía, Dios te dice (en su Palabra):


Isaías 41:10 | Reina-Valera 1960 No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.

Amén, que Dios bendiga su Palabra y aliente tu corazón.

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