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  • Foto del escritorZacur Córdova Mesina

El Dios de los Ejércitos

Abro la Biblia y Dios viene a mi encuentro en el libro de Deuteronomio 20:1-4, dice así:

»Cuando salgas a luchar contra tus enemigos y te enfrentes con caballos y carros de guerra y con un ejército más numeroso que el tuyo, no tengas miedo. ¡El Señor tu Dios, quien te sacó de la tierra de Egipto, está contigo! Cuando te prepares para una batalla, el sacerdote saldrá a hablarle a las tropas y les dirá: “¡Préstenme atención, hombres de Israel! ¡No tengan miedo cuando salgan hoy a pelear contra sus enemigos! No se desanimen ni se asusten, ni tiemblen frente a ellos. ¡Pues el Señor su Dios va con ustedes! ¡Él peleará por ustedes contra sus enemigos y les dará la victoria!”.

Israel, una nación pequeña rodeada por grandes imperios, raramente estaba en una posición estratégica superior. Durante la batalla, usualmente miraban caballos y carros, y un pueblo más grande que ellos. No era de extrañarse, entonces, que tuvieran miedo ante lo que sus ojos alcanzaban a ver.


Lo lógico para un ejército que es inferior en número, armas y conocimiento militar, es temer, dudar y desalentarse. Pero la Biblia registra un mandamiento de parte de Dios para Su Pueblo:

  • No temer.

  • No desanimarse.

  • No asustarse.

  • No temblar.

Imagino que muchos de aquellos israelitas fruncieron su rostro, tributaron y se quedaron pensando dentro de sí, diciendo: ¿Pero este está loco? ¿A caso no ha volteado a ver aquellas máquinas de asedio, sus armas, su vestimenta, las bestias de batalla? De seguro que sí, muchos pensaban algo parecido. Pero Dios les había mandado a no temer.



El pueblo de Israel, estaba llevando una seguidilla de victorias de conquistas militares. Era lo que Dios les había dicho que hicieran al llegar a la Tierra Prometida. En el capítulo 20 de este libro (Deuteronomio) vemos que, nuevamente, Israel necesita recordar algo cuando el temor aflora: lo que Dios ha hecho en el pasado.


El temor frente a un ejército más grande y bien armado sería cosa natural. Pero el remedio para el temor es recordar lo que Dios había hecho por Israel al librarlo de Egipto. La necesidad de recordar lo que Dios ha hecho por su pueblo en el pasado es tema constante por todo el Antiguo Testamento y Nuevo Testamento. El Señor iba a pelear por Israel de modo que la victoria estaba asegurada.


Dios no había negado que la mayoría de los enemigos de Israel tendrían más caballos, carros y personas que Israel. Sin embargo, Dios les ordenó creer un hecho más grande: que El Señor, tu Dios, está contigo.


Como dijo Pablo en:

Romanos 8:31 Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?

Dios les estaba llamando y exhortando a no temer, a tener fe en él. Y Dios, que conoce la fragilidad humana, nuevamente le da a Israel evidencia para la fe. Dios no le pidió a Israel que confiara en Él “ciegamente”. Ellos podían confiar en Él al entrar a la batalla porque muchas veces antes Dios se había probado poderoso y fiel. Él tenía un historial de confianza. Esto nos dice que, en la medida que conocemos más a Dios y tenemos una relación y experiencia con él, nuestra fe debe ir creciendo.


En tiempos de guerra, era el trabajo del sacerdote animar a los soldados a confiar en Dios. A pesar de que normalmente los sacerdotes no iban a la guerra (no se contaban junto con los hombres que iban a la guerra de Israel, Números 1:47-53), aun así los sacerdotes tenían un trabajo importante cuando Israel iba a la guerra— ¡enseñar y animar espiritualmente a los soldados!

Algo más, cuando Israel era obediente, y confiaba en Dios, nunca podían perder, jamás. Sin embargo, cuando eran desobedientes o cuando no confiaban, nunca ganarían— aunque tuvieran fuerzas militares superiores.

Ahora bien, es muy poco probable que tengamos que enfrentar alguna vez un ejército de caballos y carros, pero hay días en que las situaciones de nuestra vida parecen verdaderos campos de batallas. Si es lo que estás viviendo, necesitas correr hacia tu Biblia y seguir el consejo que nos ofrece Deuteronomio:

  1. Recuerda todo lo que Dios ha hecho en el pasado. Necesitamos recordar.

  2. Cree que es él quien va a pelear nuestras batallas, no nosotros. Podemos contar con él para la victoria.

  3. Mira a tu alrededor, de seguro hay algún compañero de batalla desanimado, asustado y angustiado. Anímalo como el sacerdote al pueblo de Israel. Recuérdale la Biblia, recuérdale (y a ti también) lo que Dios ha hecho y lo que ha prometido.

Es mi deseo que el Señor nos ayude y su Espíritu Santo nos asista en medio de las circunstancias de la vida y tome aliento nuestro corazón, porque la Biblia es muy clara: El Señor, tu Dios, estará contigo.


Que Dios bendiga Su Palabra. Amén.

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